(Publicado en Ocio, Público, Milenio, 16 de mayo de 2009)
Después de inundarse de lágrimas, un buen día ella decidió salir de sus naufragios y comenzar una nueva vida. Entonces, mágicamente la vida le mostró una nueva cara. La llamaron de una empresa a la que había aplicado hacía mucho y, unas entrevistas después, consiguió un buen cargo con un mejor salario. Su vecino le vendió ese carrito rojo que tanto le gustaba, incluso le dijo que los últimos 15 mil podría pagárselos después. Se hizo de nuevo look (bajó de peso y se tiñó de caoba) y buscó a R, su amigo del alma que siempre la consolaba y daba ánimos.
Ella le contó que se sentía liberada porque cada vez pensaba menos en aquel sujeto que la dejó en la calle de la amargura y en el buró de crédito, quien la hizo equiparle el depa con la promesa de que vivirían juntos. Ella le confesó a R que no era del todo feliz porque en su nueva vida no había posibilidad de tener algún galán: todos eran viejos, casados o gay. Fue entonces cuando R sugirió que intentara conocer alguien por Internet y le dio un curso intensivo de ligue por Chat. R la instruyó sobre la importancia del nick con el que se ingresa puesto que refleja lo que se busca; “yo me pongo tapatío21cm”, se puso de ejemplo. Ella no quería sólo sexo, sino cambiar de patrón y buscar un buen hombre, trabajador y exitoso. “¡Ya sé! Ingresa como Ejecutiva Sexy”, sugirió R. Su último consejo fue no perder tiempo, atender sólo a quienes cumplieran los requisitos: ocupación, lugar donde vivían, foto y otros que ella decidiera.
Al día siguiente, Ejecutiva Sexy utilizó su hora de comida para poner en práctica las enseñanzas de R. En menos de 2 minutos de entrar al Chat, se le abrieron múltiples ventanas de hombres queriendo saber de ella. Fue así como conoció a Goldenboy. De entrada, él le dijo que trabajaba en un local de autopartes en la 5 de Febrero, así que ella lo ignoró y se dedicó a los otros. Pero luego Goldenboy insistió: “¿Sabes qué? No es cierto lo que dije, soy diseñador gráfico, pero te puse una prueba. Ahora sé que eres una interesada. No vales nada. La gente como tú me da asco”. Ejecutiva Sexy se sintió terriblemente mal y trató de explicarle que por el contrario, ella se pasaba de generosa, como respuesta él se salió de la sala del sitio. Ejecutiva Sexy lo persiguió por algunas salas pero no tuvo respuesta. En los días siguientes ella lo buscó desesperadamente en ése y otros Chats, hasta que dio con él y consiguió otra oportunidad. Ejecutiva Sexy se emocionó cuando, en el Messenger, vio las fotos de Goldenboy, además de guapo, era sin duda su alma gemela.
Se conocieron físicamente y luego tuvieron un par de semanas divinas: cines, restaurantes, incluso un concierto. Cada encuentro concluía en la casa de ella. Ejecutiva Sexy fue inmensamente feliz hasta que él le confesó algo terrible: que no era el Goldenboy original (“pero tú insististe tanto”, se justificó), ni diseñador, sino más bien un desempleado víctima de la recesión y con carrera trunca. Eso explicaba por qué él no la había invitado a su casa, y por qué casi nunca pagaba las cuentas. Ejecutiva Sexy no podía creerlo. En su aturdimiento no se dio cuenta de que Goldenboy sustrajo la mastercard que escondía en la alacena, hasta que llegó el estado de cuenta cargado de compras por Internet, la mayoría en páginas porno. A Ejecutiva Sexy no le quedó de otra que proveerse de chocolates y vino tinto y llamar a R para llorar en su hombro. La vida había vuelto a su normalidad.
Sunday, May 24, 2009
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