(Publicado en Ocio, Público, Milenio, 26 de junio de 2009)
Fue esa canción de Kiko Veneno la que pasó por mi mente cuando alguien me dijo que en este país para ser empresario se necesita ser un héroe. Ahora los veo por todas partes.
B trabajaba en ventas. Le iba bien, pero añoraba más. Con mirada láser percibió que la nueva dieta light mexicana podría combinarse la tradición de los puestos de tacos. Valor no le faltó: dejó su sueldo+comisiones, libró mil obstáculos, compró camionetas monas y limpias para ofrecer comida nutritiva y café de máquina recién hecho afuera de las oficinas. Resistió con temple las primeras semanas de poca ganancia. Cuando por fin subieron las ventas, el gas tóxico de la recesión y la alerta sanitaria comenzaron a invadir las calles enfermando la cartera de la gente y convirtiendo a los consumidores en zombies…
La vida de K era como todas: estudios, hijos, matrimonio, fracasos emocionales y laborales. Al estar a punto de ser aniquilada por un par de hombres que la abordaban con cara buena, surgió de ella un espíritu liberador y se decidió a derrotar su mala racha (y sus tarjetas de crédito, claro está). Voló a renovar energías a sus orígenes, su primer jefe la recibió un rato, pero en el primer recorte, tuvo que conminarla a trabajar como externa. Ésa fue la señal para K de que podía ser independiente y expandir su cartera de clientes. ¿Su enemigo ahora? Los proveedores que le entregan todo malhecho y a destiempo, tal vez como parte de un plan malévolo para que sus clientes le paguen tarde o le regateen el precio…
La estrategia de A fue ser semi-invisible, no destacar demasiado para que su restaurante estuviera a salvo. Su pequeño y original lugar alcanzó la fama aún en medio del deslucido centro del municipio conurbano. Siguiendo su ejemplo, otros restauranteros se instalaron y ello contribuyó a hacer atractiva la zona. No perdió A el liderazgo y obtuvo lo que pocos: cambiarse de local (cuatro veces más grande) sin perder el encanto, servicio, calidad y clientes. Un terrible día, en la penumbra del cabildo las fuerzas del mal descubrieron cómo hacer el mal y sacar ganancia (monetaria y electoral), dinamitaron las calles haciendo creer a los habitantes que era para mejorar la imagen y turismo de la zona…
Desde que cayó en este planeta O fue intrépida y veloz. Diversos descalabros en el despacho que montó con su socio fantástico, la llevaron a desarrollar un tercer ojo empresarial. La visión mágica le permitió desenmascarar a sus enemigos ocultos (colaboradores negativos, dispendio, proyectos frankenstein, etc.). Se propuso entonces hacer su negocio eficiente y cambiar la trayectoria que apuntaba a la bancarrota. No le preocupó la crisis que les pisaba los talones. Pero no contaban con la astucia de los arribistas y el año de Hidalgo. Gracias a su tercer ojo, O fue y vino mentalmente al futuro para buscar una buena alternativa. No encontró nada. No le quedó más que transferir sus superpoderes a su socio fantástico y retirarse a una vida de mortal asalariado…
¿Qué pasará con nuestro superhéroes? Tal vez, como bien dicen al final de una de las películas de la Guerra de las Galaxias, hay momentos en los que es mejor guardarse, tarde o temprano algo sucederá y nuevos episodios vendrán.
Sunday, July 19, 2009
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