Tuesday, February 13, 2007

De partidos y finales

(Publicado en La Jornada Jalisco, 9 de julio de 2006)

Cuando la invitábamos a ver los partidos solía interrumpirnos en los mejores momentos, o en el medio tiempo quería que mejor hiciéramos otra cosa. Al principio tratamos de hacernos los disimulados y mantener la concentración en el juego, ya con el tiempo comenzamos a reprocharle su desdén por el futbol, entonces nos contó que ella en un tiempo de su vida era fanática, era 100% chiva y en una final que su equipo perdió ella sufrió tanto que determinó que debería eliminar la afición a ese deporte de por vida…

Me acuerdo de ella sobre todo cuando algunas televisoras abusan de las escenas de sufrimiento del público al finalizar un partido (¿vieron los dramáticos últimos minutos del Chivas-Pachuca en mayo?). Bueno, ¡y cómo no entenderlo! Después de un desafortunado 0 a 0 de México con Angola, la decepcionante derrota con Portugal, la esperanza, como siempre se dice, muere al último. Tras ver al tricolor dar pelea por más de noventa minutos, el 2º. gol de Argentina en tiempos extra fue… vamos, para qué recordar ese amargo sentimiento que compartimos todos.

“Así es el fútbol: a veces se pierde, a veces se gana”, frase sabia que después de haberla escuchado le he encontrado mucha utilidad ¡y sobre todo en estos días! Para todos aquellos que le iban a Brasil (ya saben, en cuanto pierde nuestra selección, solemos trasladar nuestra fe al país carioca), a Argentina, a Alemania, o a cualquier otro que ya quedó eliminado, la adrenalina del 2, 3, 4, pero sobre todo la noche del 5 de julio llegó probablemente a niveles peligrosos.

“¿Durmieron?” fue mi frase inicial de la exposición en la mañana del jueves 6. Era un curso de capacitación para el gobierno del estado, me habían invitado a hablar sobre transparencia y rendición de cuentas, pero no resistí la tentación de hablar sobre el momento histórico de las elecciones presidenciales y los resultados del conteo distrital. De tantos fenómenos de los que podíamos discurrir (como la segunda vuelta, la duración y costos de campañas, las precampañas, etc.) y evitando crear controversias, nos centramos en la dualidad: norte-sur, ricos-pobres, izquierda-derecha, la triste reafirmación de la vieja idea de que hay dos Méxicos.

Traté de destacar que al margen de cualquier preferencia, la desigualdad social, la pobreza y la divergencia de qué rumbo tomar eran los hechos de fondo que el resultado electoral destacaba. También quería llevarlos a advertir que las polarizaciones eran peligrosas, porque cada postura tiene su lógica y razones… “Eso de la pobreza es un mito, la verdad es que la gente es pobre porque es floja, porque cuando alguien quiere trabajar, caray hasta con una cubetita podría lavar un carro…” me interrumpió uno de los asistentes, un chico realmente joven (¿ya les había mencionado que eran funcionarios, mandos medios?).

Me hizo recordar a unas alumnas de Relaciones Internacionales que tuve hace ya varios años en una universidad privada. El tema era migración; a ellas se les ocurrió comentar que los mexicanos se iban al país vecino por curiosidad, por buscar el camino fácil, puesto que oportunidades de trabajo aquí hay muchas. Las dejé opinar y en seguida proyecté un video, Los que se van, un reportaje del Colegio de la Frontera Norte con escenas y entrevistas en Tijuana, en el muro; debo decir que se trataba de un documental en todo el sentido de la palabra, es decir, dejaba que la realidad hablara con toda su crudeza. Cuando concluyó, esas chicas estaban llorando. “Alguien que está dispuesto a vivir eso es porque las expectativas de vida en casa son mucho peores”, les dije, no para torturarlas sino para invitarlas a que, si en su carrera profesional llegaban a tomar decisiones que afectaran a la colectividad, no olvidaran que si bien desde nuestra realidad no alcanzamos a ver la de los otros, aun sigue siendo realidad y es la que vive una gran parte (si no es que la mayoría) de los mexicanos.

Así es la democracia: a veces se pierde, a veces se gana ¡hasta con un voto! “Pitágoras era matemático, no político” recibí un mensaje de celular en la madrugada del jueves, su remitente me hacía alusión al conteo de votos, festejando que la tendencia resultaba ya innegable a favor de su candidato. Me parece que la gran participación el domingo pasado sí denota ese respeto por la regla democrática; ciertamente ya suena lógico que el sistema electoral necesita algunos ajustes, pero también debemos entender que la democracia tiene una connotación más profunda: implica apropiarse de valores como la tolerancia, el disenso, el consenso, la pluralidad, el libre debate de ideas.

Tal vez sea la falta de costumbre. Me explico: en una final todos sabemos que en caso de empate siguen los tiempos extra y si no se resuelve, están los penales. El argumento de que debe respetarse la voluntad de 15 millones de mexicanos, esgrimido para demeritar que la voluntad de los 14.8 millones pida un recurso de revisión, me parece poco democrático porque las reglas del juego establecen esa posibilidad: es un derecho, que no deberíamos temer a utilizar porque es un cause absolutamente institucional.

No hay que preocuparnos, antes de 2 meses tendremos un presidente oficialmente electo. Lo que deberíamos quitarnos el sueño es encontrar en nosotros mismos esos valores antidemocráticos que nos hagan ver sólo a los 14.8 o 15 millones y nos impida mirar al país como un todo.

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