Tuesday, February 13, 2007

Yo soy un hombre de lucha

(Publicado en La Jornada Jalisco, 23 de julio de 2006)

Es una cuestión muy personal. Me refiero a la admiración por Fernando del Paso. De alguna manera su obra fue un ícono en un periodo muy querido de mi vida, y la pobló con muchas coincidencias, sobre todo Palinuro de México. Por cierto, me pregunto por qué todos lo ubican sólo por Noticias del Imperio; también está la poesía, su obra gráfica, su humorismo, su trabajo periodístico… el señor es todo arte.

Personajes, canciones, argumentos, sensaciones, etc. Pasiones. Cuando era pequeña mi papá me decía “lee mucho, hija, porque cuando seas grande ya no tendrás tiempo” y tristemente los libros que ahora compro en diciembre apenas alcanzo a hojearlos a lo largo del año. Mi propósito de cada FIL es comprar menos libros ¡qué vergüenza! En algún tiempo no sólo iba a las lecturas o conferencias sino que trataba de hacerle al paparazzi de mis autores favoritos.

En este mundo de controversias ¿por qué no el arte y la ciencia pueden ser algo más o menos sagrado?

“¡Pero si vos vivís en una dictadura!” le dijo a uno de mis “hijos” un uruguayo que por alguna razón terminó sentándose a desayunar con nosotros e irremediablemente metió a la política en la mesa. “¿Crees que sea cierto eso que dijo?” me preguntó el chico cuando veníamos de regreso.

No sé exactamente qué edad tenía cuando mi hermana comenzó a contarme sobre la matanza de Tlatelolco (supongo que estaba en la secundaria). Yo no podía creerlo, “eso no viene en los libros de historia oficiales” me dijo y me dio a leer el libro de Poniatowska. Seguí por mi cuenta ahondando en el tema. Un motivo más para amar a Palinuro fue el capítulo de la escalera, que trata de eso.

La indignación no se me quitará nunca. Con todo y su tibieza celebré la orden de arresto de Luis Echeverría (me sorprendieron algunos comentarios de quienes yo consideraba más bien reaccionarios en torno a la injusticia de inflingirle un castigo tan bajo).

Eso entonces, los sesenta y los setenta. Más de un cuarto de siglo, después líderes políticos y de opinión no escatiman comentarios bárbaros sobre nuestra Elena Poniatowska, don Fernando, Monsiváis y otros grandes intelectuales mexicanos. Es una inverosímil intolerancia de su compromiso con una lucha social. Lo subrayo: una lucha social, porque no se trata de la afinidad con un personaje público, es algo más (por favor hagamos un esfuerzo por escuchar).

Se había programado que fuera en el Auditorio Silvano Barba del CUCSH la “mesa informativa y de reflexión” donde Fernando del Paso y Julio Hernández López hablaron sobre el “voto por voto”. Sin embargo, la asistencia fue tal que tuvo qué cambiarse al Salvador Allende, lo que significa que estábamos ahí más de 600 personas y en lo absoluto podría atribuirse a una buena difusión del evento este fenómeno. Uno de los organizadores me confesó que ellos también estaban sorprendidos de la enorme participación de la gente, no sólo en ese foro, sino a nivel nacional. Pregunté: “¿y qué va a pasar? ¿qué se va a hacer?” su respuesta fue un no sé.

Minutos antes un chico del público había hecho uso de la voz para exhortar a toda esa audiencia a que si en verdad querían ayudar asistieran a las manifestaciones en la ciudad de México. Don Fernando le respondió que pocos poseían su juventud para poder afrontar las vicisitudes del viaje, que entendiera al resto (mencionó la tercera edad a la que el escritor considera haber entrado desde hace mucho tiempo), que mejor proponía buscar la manera de mantener la participación en manifestaciones en la ciudad.

Hay una cuestión de fondo muy seria. Por un lado, un manejo de la opinión pública para satanizar a todo aquel que procure o simpatice con la idea de revisar las presuntas irregularidades de la elección presidencial. Por el otro, un amplio sector de la población, tan amplio que resultaría imposible que todos estuvieran infectados con la demente intención de levantarse en armas; lo que Fernando del Paso advirtió en su respuesta fue que se trata de gente ordinaria.

Si es verdad que este ánimo público de condenar el uso de los recursos de revisión que la propia ley señala para dar certeza a nuestras elecciones es producto de una decisión del Estado, entonces es también es cierto lo que el uruguayo afirmaba y entonces lo nuestro no es una democracia. Haciendo un esfuerzo por no creerle a este amigo (podríamos incluso aplicarle el 33 constitucional) aún así queda la pregunta: ¿entonces por qué el Estado permite esta descalificación al disenso?

“Yo soy un hombre de letras” fue el discurso de Fernando del Paso cuando fue recibido como miembro de El Colegio Nacional. Ahora lo escucho con esa voz contundente que tanto he admirado y entonces entiendo lo difícil que para México es este momento. La mitología dice que Pandora alcanzó a cerrar la caja justo antes de que se escapara la esperanza…

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